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BENITO QUINQUELA MARTÍN. Personalidades argentinas.

El artista plástico que nos ocupa, ha sido un incansable y multifacético actor social de su época a lo largo de toda su longeva vida: fue también promotor cultural, benefactor del barrio de La Boca, cónsul en España, coleccionista y fundador del Museo que hoy lleva su nombre y del Teatro de la Ribera. A continuación presentamos una biografía que busca resaltar algunos acontecimientos de su vida.

Nace en 1890, presumiblemente el 1º de marzo, como Juan Benito Martín, dejado a los pocos días de su nacimiento en la puerta de un orfanato, es adoptado el 16 de noviembre de 1896 por el matrimonio integrado por Justina Molina, entrerriana migrada a Buenos Aires, y Manuel Chinchella, migrante genovés (es pertinente recordar que la Península Itálica se constituye como país recién en 1871) razón por la cual es preferible mencionar la ciudad de nacimiento antes que la “nacionalidad”.

El interés del artista por la pintura lo lleva a tomar clases con Alfredo Lazzari, otro migrante de la Península Itálica, quien le enseña durante un breve tiempo el arte del dibujo; el trabajo en la carbonería de su padre y en el puerto es compartido con su afición por el arte, así se lo recuerda como alguien que se hallaba dibujando en el puerto con trozos de carbón.

Las dos primeras participaciones públicas de las que se tiene registro lo muestran en los márgenes de un campo artístico que estaba todavía en formación: así mientras en 1910 participa de la exposición de la Sociedad Ligur en La Boca, sin obtener ni una mención; en 1914 se encuentra organizando el Primer Salón de Recusados del Salón Nacional (evento que convocaba a todos los artistas plásticos de todo el país, el cual se había creado tres años antes).

En 1920 decide castellanizar su apellido para legalmente llamarse Benito Quinquela Martín, con la intención de que ch italiano, cuyo fonema equivalente en español es q, le permitiera ser llamado como era debido, por esas ironías de la vida, una vez estando en Italia descubrió que su apellido como por la fonética italiana se pronunciaba Cuincuela…

En 1922 emprende un viaje por Europa para exponer sus cuadros a partir del nombramiento durante el gobierno radical de Torcuato de Alvear como empleado del consulado en España. El reconocimiento internacional en Inglaterra, París y España no pasó desapercibido en el ámbito local, el diario La Nación tradujo completo la presentación que el curador de la prestigiosa Tate Gallery le dedicara para la muestra que allí fue presentada.



Durante los años de 1930, dos hecho destacados deben mencionarse, por un lado la creación en 1936 de la Escuela-Museo donada al Consejo de Educación de Capital Federal y la aparición de su biografía artística en El arte de los argentinos, una obra monumental de tres tomos, publicada entre 1937 y 1940, escrita por el historiador del arte José León Pagano.

Si la participación del artista en los actos ligados con la cultura y el arte lo tenían como habitué durante los gobiernos peronistas, los años posteriores a la Revolución Libertadora de 1955, lo vieron emprender un recorrido por el interior del país para llevar su obra y exponer en los museos provinciales de todo el país. Es interesante marcar que era él mismo quien acordaba y pautaba con cada museo donde exponía que al menos uno de sus cuadros debía ser comprado.

Durante la década de 1960 emprende el proyecto de la construcción del Teatro de la Ribera, inaugurado en 1961 y abierto al público al año siguiente.

Quisiéramos hacer un comentario que creemos que lo pinta en cuerpo entero, a lo largo de su vida posó fotografiándose con Alvear, Justo, Perón y Eva Duarte, Lanusse, Perón, Estela Martínez de Perón y López Rega. No es un dato menor indicar que solo con Alvear y con Perón esas fotografías son en el interior de su casa, el resto son en ámbitos públicos.

El 1º de mayo, día del trabajador, de 1974 durante el tercer gobierno peronista, en el Palais de Glace se inaugura la primera y única retrospectiva en vida, homenaje a su trayectoria. Hubo que esperar recién a 1991 para que se volviera a dedicar un homenaje al artista plástico en el Museo Nacional de Bellas Artes.



Curiosidades

  • Había empezado a dibujar inspirado en las escenas y colores que observó en el puerto, usaba técnicas intuitivas dado que ignoraba los más elementales conocimientos de dibujo, eran rudimentarios, torpes utilizando carbón y lienzos de madera como elemento de trabajo que posteriormente eliminaba para evitar las bromas de sus compañeros.

  • A los 14 años entró a la Sociedad Unión de La Boca, un centro cultural vecinal donde se reunían estudiantes y obreros para conversar. ​En esa academia se enseñaba casi de todo, desde música y canto, economía hogareña y otros cursos prácticos, mientras de día trabajaba en la carbonería familiar.

  • Con 17 años entró al Conservatorio Pezzini-Stiatessi, parte de la Sociedad Unión de La Boca, donde estudió hasta 1920 y allí conoció a Juan de Dios Filiberto con quién se relacionaría durante toda su vida.

  • Lazzari le daba como práctica yesos donde reproducía dibujos en claroscuro y realizaron excursiones a la Isla Maciel los domingos por la tarde para entrenarse con el dibujo de las escenas al natural. Continuó hasta los veintiún años con el curso.

  • Después del trabajo como carbonero, iba a alguna biblioteca para intentar cubrir la carencia de educación formal. De toda la literatura que leyó la que más le impactó fue El arte del escultor francés Auguste Rodin, fue la que le despertó su vocación. En ese texto Rodin dice que el arte debe ser sencillo y natural para el artista, la obra que requiere esfuerzo no es personal ni valedera, conviene más pintar el propio ambiente que "quemarse las pestañas persiguiendo motivos ajenos”, de esas enseñanzas Quinquela extrajo: "Pinta tu aldea y pintaras el mundo." Nunca se apartó de este dicho, su aldea sería el barrio de La Boca, sus vecinos y el puerto.

  • Montó sus talleres en distintos lugares, desde altillos hasta barcos (tuvo uno en el "Hércules", un navío anclado en el cementerio de embarcaciones de Vuelta de Rocha) sin embargo no duraría mucho con estas mudanzas, los ruegos de su madre para que regresara porque no vivía tranquila, más el consejo que le dio: "Si no te gusta el carbón, búscate un empleo del gobierno" lo hicieron retornar al hogar y conseguir un empleo como ordenanza en la Oficina de Muestras y Encomiendas de la Aduana en la Dársena Sur. Su nuevo empleo consistía en limpiar ventanas y cebar mate lo que le dejaba tiempo libre para pintar. Trabajó allí hasta que le solicitaron tareas de mensajero y traslado de caudales al que presentó su renuncia indeclinable.



  • En 1950 un grupo de vecinos, entre los que se encontraba el pintor boquense Benito Quinquela Martín, decidieron recuperar una vía de tren abandonada. En 1959, a iniciativa de Quinquela Martín, el gobierno municipal construyó allí una calle museo, con el nombre que le había puesto el tango, "Caminito".​

  • Un día contrajo una gripe que derivó en una hemiplejía. Tuvo que luchar para recuperar la motricidad y lo logró pero sus fuerzas no eran las de antes y no se animó a seguir viviendo solo. Su amigo Raúl Andrade le prestó una casa en la calle Suárez 1620.

  • Soltero y sin herederos decidió casarse por primera vez a los 84 años de edad con su secretaria de toda la vida, Alejandrina Marta Cerruti. La boda se llevó a cabo el 15 de marzo de 1974 siendo testigo el director del Museo de Bellas Artes de Artistas Argentinos "Benito Quinquela Martín" Guillermo de la Canal. Su esposa, como única heredera, recibió todos sus bienes. ​

  • El martes 28 de enero de 1977 falleció en la habitación 107 del Instituto del Diagnóstico a causa de una complicación cardíaca. Sus restos fueron velados en su casa y estudio de toda la vida y lo enterraron en un ataúd fabricado por él años antes porque decía "que quien vivió rodeado de color no puede ser enterrado en una caja lisa". Sobre la madera que conformaba el ataúd estaba pintado una escena del puerto de La Boca.

El empresario de pompas fúnebres Federico Cichero relató una vez: “Quinquela escribió una carta a mi padre en 1958 solicitando que le realizara un ataúd que él después pintaría y así se hizo. Como las manijas se descascaraban porque no tomaban la pintura, las cambiaron por una especie de baranda de madera. A raíz de varias inundaciones, por las cuales ingresó el agua, el féretro quedó flotando muchas veces, debiendo ser restaurado. En el interior del féretro pintó la bandera argentina, porque quería descansar directamente sobre la madera, y sobre nuestro símbolo patrio. Él pidió ser sepultado, pero su esposa prefirió colocarlo en un nicho, en Chacarita. Después de unos años, se le hizo un mausoleo, al lado del de Sandrini y cuando lo trasladaron allí, el féretro estaba destruido por una filtración que hubo en el nicho. Entonces se lo colocó en otro féretro y se lo ubicó en su mausoleo. En la ceremonia, hubo familiares, amigos y varios sacerdotes.

  • El barrio de La Boca en donde Quinquela se inspiró era un barrio de depósitos, astilleros y construcciones portuarias, casas de chapa y zinc. El barrio era pobre, teñido de grises que era poco parecido a lo que Quinquela dejó. Sus ojos podían ver más allá de lo evidente, podía ver la herencia cultural de cada espacio. La dependencia sentimental que lo unía al barrio provocó que se lo acusara de monotemático, de ser incapaz de pintar otra cosa pero él se sentía orgulloso de esta característica suya. En una oportunidad le pidieron que pintara un mural en Santiago del Estero el argumento para no hacerlo fue simple: "De la fusión entre el individuo y el ambiente surge lo que se llama el color local. Santiago del Estero brinda abundante material artístico para los pintores pero yo no me animo a pintarlo. El pintor que lo pinte tendrá que ser santiagueño. El color local requiere un artista local. Y mi color local está en Vuelta de Rocha". Ofrecimientos como este, rechazó en cantidad a lo largo de su carrera.

  • La originalidad de la técnica de Quinquela sobresale sobre el resto de los pintores de su época, con una pintura rápida que exigía agilidad, fuerza y virilidad en cada trazo. A golpe de espátula demoraba poco en crear un cuadro pero muchas horas en idearlo. Partía de un sólido conocimiento de su medio, de su atmósfera y de la dinámica del paisaje que iba a ilustrar. Con carbonilla hacía un bosquejo que después rellenaba con la espátula. Esta herramienta fue la exclusiva a partir de 1918, antes utilizaba también el pincel. Gené dijo sobre esta técnica que la elección de la espátula supone la necesidad de servir una urgencia realizativa que el pincel hubiese hecho lento. Quinquela empastó su obra aún en los casos que usó pincel, como si lo persiguiera la necesidad de terminar cada una de sus piezas en el menor tiempo posible.


 

Prof. Miguel Ángel Occhoa

Profesor de Ciencias Sociales


Bibliografía

Muñoz, Andrés Vida novelesca de Quinquela Martín, Buenos Aires, Edición de autor, 1949.

Pagano, José León El arte de los argentinos, Buenos Aires, Edición del autor, 1937-1940, 3 Tomos.

Fèvre, Fermín Quinquela, Buenos Aires, El Ateneo, 2001.

Gené, Enrique Horario Quinquela Martín, Buenos Aires, Edición de Autor, 1986.

Semino, Carlos La Escuela de Arte La Boca. Sus grandes maestros, Buenos Aires, Dirección General Patrimonio e Institutos Históricos, 2012, pp. 216-251.


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