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DPP (Decisión Política Personal)

Hace un tiempo atrás tuvimos la oportunidad de asistir a un seminario donde una de las disertantes era la Lic. Clara Coria. Si bien el tema que nos llevó a ese lugar en esa oportunidad no tenía relación con nuestra área de trabajo, pudimos descubrir que una de sus propuestas era perfectamente adaptable a nuestra filosofía de trabajo. Pues en realidad es casi imposible para un educador, no ver en casi todas las cosas la oportunidad para mejorar la calidad de su enseñanza.

Hemos visto a lo largo de los años en nuestra labor diaria con jóvenes, que una de las dificultades más importantes por las que algunos atraviesan, es la falta de horizonte, la ausencia de planificación y la imposibilidad de ver su futuro ocupando un lugar concreto. Las razones que producen este resultado son variadas y sería casi imposible analizarlas todas, pero cuestiones que tienen que ver con su historia familiar, su origen, el estímulo recibido, la autoestima, la situación económica, la formación académica y muchas más, podrían ser el principio del ovillo.

Trabajar con ellos el concepto de DESAFÍO (Def. acción y efecto de desafiar, hace referencia a competir, retar o provocar a alguien) puede ser una herramienta importante para enfrentarlos a la realidad, provocar cambios positivos y evitar la confrontación permanente entre padres e hijos.

Es más efectivo decirle a un hijo: “te desafío a que me demuestres que podés hacerlo” que increparlo con “esto lo tenés que hacer y basta”.

En definitiva si buscamos buenos resultados, es importante analizar si los recursos utilizados hasta ahora han sido los correctos o estamos listos para dar un giro y poner en práctica otras tácticas. Es real que podemos sentirnos incómodos a la hora de proponer esta estrategia a un niño de diez años justamente porque es un niño, es posible que no nos cueste tanto con un adolescente de dieciséis y probablemente nos resulte natural con un joven de veintidós y es allí en donde nos equivocamos. Pues, el concepto es el mismo, el objetivo también, lo que debe cambiar es la forma de implementarlo. Un niño de nueve años nos explicaba que su mamá había inventado un sistema de “caritas buenas” y “caritas malas” para corregir en él y sus hermanas, algunas cuestiones que tenían que ver con el comportamiento y las obligaciones; pues con pedagogía infantil esa mamá estaba inculcando en sus hijos el concepto de DESAFÍO, porque al fin de cada semana al realizar un análisis, los enfrentaba a la necesidad de ver qué cosas podían modificar para alcanzar el máximo de “caritas buenas” en la próxima semana.

Con los más grandes ya es posible utilizar el lenguaje en toda su dimensión, partiendo no sólo del concepto de DESAFÍO, sino guiándolos para lograr que diseñen su propia DPP (DECISIÓN POLÍTICA PERSONAL). Para ello es necesario comprender que el CONCEPTO DE DESAFÍO está sustentado en tres pasos: DESAFÍO ADMINISTRATIVO, DESAFÍO EXISTENCIAL Y DESAFÍO PROYECTUAL.

  • DESAFÍO ADMINISTRATIVO: esta decisión tiene que ver con la organización donde el condimento especial es el esfuerzo ya que se ha asumido un compromiso del que se esperan buenos resultados. Trasladando esto a la realidad de algunos adolescentes con dificultades académicas o disciplinarias, estaríamos desafiándolos a que tenga todo su material de estudio completo, su horario de clases actualizado, su agenda al día con futuros compromisos, su atención constante a las exigencias del nivel, etc. En un joven deportista contar con su equipo de competición, conocer los horarios y las fechas de futuros encuentros deportivos, las formas de traslado, los lugares a ocupar en la cancha, la estrategia a utilizar en cada jugada es también un desafío administrativo.

  • DESAFÍO EXISTENCIAL: aquí es importante comprender que siempre que avanzamos nos desprendemos de algo, en varias oportunidades hemos dicho que cuando le estamos diciendo que sí a algo es porque le estamos diciendo que no a otra cosa. El desafío existencial está sustentado en la necesidad de animarse a que aparezca lo oculto, bucear dentro de uno mismo para hallar si no todas, varias de las respuestas que buscamos. En un adolescente con dificultades, el desafío es confrontarse con su realidad, poder hacer una profunda lectura de su situación y proponerse cambios sacando a la luz lo que mantiene oculto. Es un paso difícil para cualquier persona, mucho más para un adolescente que no quiere reconocerse en sus torpezas. En un joven que busca como estímulo el deporte, el desafío existencial es reconocer que sus jugadas no están provocando buenos resultados del equipo, por lo tanto es indispensable para ganar, animarse a probar diferentes destrezas, escuchar más a su entrenador y trabajar más firmemente el concepto de equipo.

  • DESAFÍO PROYECTUAL: ya se han dado pasos importantes, organizarse y reconocerse no es poco. Ahora resta fortalecerse ampliando el horizonte, poner la mirada más allá, desprenderse de la vieja imagen que nos mantenía rotulados, permitir la aparición de otro retrato para uno mismo y para los demás. Un adolescente con dificultades, juega constantemente el papel de: “para qué voy a estudiar si los profesores ya me conocen”, “siempre me llevo muchas materias, porqué este año tiene que ser diferente”, “cada vez que pasa algo en el curso me llaman a mí, después averiguan”. Para estos jóvenes las cosas están claras, modificar el rótulo ganado con malas elecciones, es casi imposible. Nuestra tarea como adultos responsables, es enseñarles que se puede modificar aquello que nos está entorpeciendo el camino del buen crecimiento. Sacar la otra parte de uno mismo, pensarse diferente, desde otro lado, con voluntad genuina, con nuevos objetivos y proyectos, son las herramientas necesarias para romper viejas etiquetas. Si pensáramos en un deportista, las cosas no serían diferentes, atreverse a nuevas tácticas, ocupar diferentes posiciones, pensar en su futuro profesional, reconocer sus limitaciones y trabajarlas, puede ser su mejor jugada.

Queda claro que si un niño desde pequeño es estimulado por un adulto significativo para él, que le marca límites, que lo motiva al desafío, que lo premia con algo revelador que casi nunca es material, este, está preparando a un adulto que podrá diseñar su propia DPP sin dificultades y cuantas veces sea necesario; y si a esta filosofía de crecimiento la acompañamos con el concepto de que “estudiar es una actividad lúdica”, estaremos invirtiendo un gran capital en acompañar a una maduración responsable, efectiva y acertada.


Prof. María Fernanda González Soler de Maceri

Coordinadora General

 

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