El Dr. López Quintás es catedrático de filosofía en la Univ. Complutense de Madrid y por encargo del Ministerio de la Educación dirige un curso de Ética.
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PARTE 3
Quién manipula
Manipula el que quiere vencernos sin convencernos, seducirnos para que aceptemos los que nos ofrece sin darnos razones. El manipulador no habla a nuestra inteligencia, no respeta nuestra libertad; actúa astutamente sobre nuestros centros de decisión a fin de arrastrarnos a tomar las decisiones que favorecen sus propósitos.
En un anuncio televisivo se presentó un coche lujoso. En la parte opuesta de la pantalla apareció enseguida la figura de una joven bellísima. No dijo una sola palabra, no hizo el menor gesto; mostró sencillamente su imagen encantadora. De pronto, el coche comenzó a rodar por paisajes exóticos, y una voz nos susurró amablemente al oído: "¡Entrégate a todo tipo de sensaciones!". En ese anuncio no se aduce razón alguna para elegir ese coche en vez de otro. Se entrevera su figura con la de realidades atractivas para millones de personas y se las envuelve a todas en el halo de una frase llena de adherencias sentimentales. De esta forma, el coche queda aureolado de prestigio. Cuando vayas al concesionario de coches, te sentirás llevado a elegir este. Y te lo facilitarán, pero no la señorita. En realidad, nadie te había prometido que, si comprabas el coche, te darían la posibilidad de tratar a esa joven. Eso hubiera supuesto hablar a tu inteligencia. Se limitaron a influir sobre tu voluntad de forma oblicua, artera. No te han engañado; te han manipulado, que es una forma sutil de engaño. Han halagado tu apetito de sensaciones gratificantes a fin de orientar tu voluntad hacia la compra de ese producto, no para complacerte o ayudarte a desarrollar tu personalidad. Te han reducido a mero cliente. Esa forma de reduccionismo es la quintaesencia de la manipulación.
Este tipo de manipulación comercial suele ir unida con otra mucho más peligrosa todavía: la manipulación ideológica, que impone ideas y actitudes de forma solapada, merced a la fuerza de arrastre de ciertos recursos estratégicos. Así, la propaganda comercial difunde, a menudo, la actitud consumista y la hace valer bajo pretexto de que el uso de tales o cuales artefactos es signo de alta posición social y de progreso. Un anuncio de un coche lujoso repetía hasta veinte veces la palabra "señor": "Un señor como usted debe utilizar un coche como este, que es el señor de la carretera. Enseñoréese de sus mandos y siéntase señor...".
Cuando se quieren imponer actitudes e ideas referentes a cuestiones básicas de la existencia -relativas a la política, la economía, la ética, la religión...-, la manipulación ideológica adquiere suma peligrosidad. Por "ideología" se entiende actualmente a menudo un sistema de ideas esclerosado, rígido, que no suscita adhesiones por carecer de vigencia y, por tanto, de fuerza persuasiva. Si un grupo social lo asume como programa de acción y quiere imponerlo a ultranza, sólo tiene dos recursos: l. la violencia, y aboca a la tiranía, 2. la astucia y recurre a la manipulación. Las formas de manipulación practicadas por razones "ideológicas" suelen mostrar un notable refinamiento, ya que son programadas por profesionales de la estrategia.
Para qué se manipula
La manipulación responde, en general, a la voluntad de dominar a personas y grupos en algún aspecto de la vida y dirigir su conducta. La manipulación comercial quiere convertirnos en clientes, con el simple objetivo de que adquiramos un determinado producto, compremos entradas para ciertos espectáculos, nos afiliemos a tal o cual club...El manipulador ideólogo intenta modelar el espíritu de personas y pueblos a fin de adquirir dominio sobre ellos de forma rápida, contundente, masiva y fácil. ¿Cómo es posible dominar al pueblo de esta forma? Reduciéndolo de comunidad a masa.
Las personas, cuando tienen ideales valiosos, convicciones éticas sólidas, voluntad de desarrollar todas las posibilidades de su ser, tienden a unirse entre sí solidariamente y estructurarse en comunidades. Debido a su interna cohesión, una estructura comunitaria resulta inexpugnable. Puede ser destruida desde fuera con medios violentos, pero no dominada interiormente por vía de asedio espiritual. Si las personas que integran una comunidad pierden la capacidad creadora y no se unen entre sí con vínculos firmes y fecundos, dejan de integrarse en una auténtica comunidad; dan lugar a un montón amorfo de meros individuos: una masa. El concepto de masa es cualitativo, no cuantitativo. Un millón de personas que se manifiestan en una plaza con un sentido bien definido y sopesado no constituyen una masa, sino una comunidad, un pueblo. Dos personas, un hombre y una mujer, que comparten la vida en una casa pero no se hallan debidamente ensambladas forman una masa. La masa se compone de seres que actúan entre sí a modo de objetos, por vía de yuxtaposición o choque. La comunidad es formada por personas que ensamblan sus ámbitos de vida para dar lugar a nuevos ámbitos y enriquecerse mutuamente.
Al carecer de cohesión interna, la masa es fácilmente dominable y manipulable por los afanosos de poder. Ello explica que la primera preocupación de todo tirano -tanto en las dictaduras como en las democracias, ya que en ambos sistemas políticos existen personas deseosas de vencer sin necesidad de convencer- sea privar a las gentes de capacidad creadora en la mayor medida posible. Tal despojo se lleva a cabo mediante las tácticas de persuasión dolosa que moviliza la manipulación.
Cómo se manipula
El tirano no lo tiene fácil en una democracia. Quiere dominar al pueblo, y debe hacerlo de forma dolosa para que el pueblo no lo advierta, pues lo que prometen los gobernantes en una democracia es, ante todo, libertad. En las dictaduras se promete eficacia, a costa de las libertades. En las democracias se prometen cotas nunca alcanzadas de libertad aunque sea a costa de la eficacia. ¿Qué medios tiene en su mano el tirano para someter al pueblo mientras lo convence de que es más libre que nunca?
Ese medio es el lenguaje. El lenguaje es el mayor don que posee el hombre, pero el más arriesgado. Es ambivalente: el lenguaje puede ser tierno o cruel, amable o displicente, difusor de la verdad o propalador de la mentira. El lenguaje ofrece posibilidades para descubrir en común la verdad, y facilita recursos para tergiversar las cosas y sembrar la confusión. Con sólo conocer tales recursos y manejarlos hábilmente, una persona poco preparada pero astuta puede dominar fácilmente a personas y pueblos enteros si estos no están sobre aviso. Para comprender el poder seductor del lenguaje manipulador debemos estudiar cuatro puntos: los términos, los esquemas, los planteamientos y los procedimientos.
CONTINUARÁ...
Prof. María Fernanda González Soler
Profesora de Lengua y Literatura
Coordinadora General de G.S. Consultora Educativa
FUENTE:
https://www.fundacionlopezquintas.org/
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