La adolescencia es el periodo durante el cual se experimentan cambios, tanto en la forma de pensar y actuar, como en el propio organismo. En esta etapa se descubren constantemente nuevas necesidades, como son la independencia respecto a los padres y a cualquier otra figura de autoridad. Es también frecuente la atracción hacia todo lo que es novedoso, y una actitud de menosprecio hacia los riesgos. El joven siente que a él no le puede pasar lo que le ocurre a otros.
Por ello, y sobre todo por la influencia que en esta edad representan los retos y la búsqueda de nuevas experiencias, los adolescentes son una población en riesgo para desarrollar conductas que pueden dañar su salud física y mental, como es el caso de la adicción a sustancias tóxicas: tabaco, alcohol y drogas.
El hábito de fumar generalmente se inicia por la necesidad de lograr aceptación entre el grupo, para sentirse más grande, o bien, para resaltar una supuesta feminidad o masculinidad. Si se vuelve adicción, puede ocasionar bronquitis, infarto, enfisema y cáncer pulmonar. En el caso de los mensajes de prevención dirigidos a los jóvenes, deben enfatizarse además, los efectos negativos inmediatos: mal olor, merma en la capacidad física, daño al sistema circulatorio, entre otros.
El alcohol, socialmente aceptado, es otra adicción en la que el joven puede caer. No es necesario ser abstemio a menos que no se pueda controlar la manera de beber. El que toma hasta la embriaguez, necesita del alcohol o bebe la primera copa y no puede parar, está enfermo, es un alcohólico y necesita ayuda inmediata.
Depresión, malestar físico y emocional, son las primeras consecuencias después de una borrachera; sin embargo, conforme el problema avanza, se va destruyendo la relación familiar, se abandona la escuela o se pierde el trabajo; se provocan accidentes, se cometen delitos, o bien, se pueden adquirir problemas hepáticos como la cirrosis o hasta llegar a la demencia y la muerte.
Estimulantes, sedantes, inhalantes, marihuana, alucinógenos y cocaína son algunas de las tantas drogas a las que puede recurrir el joven por curiosidad, rebeldía, como intento de fuga o presión del grupo social. La adicción, en este caso, puede ocasionar daños irreversibles a la salud física y mental, e inclusive la muerte.
En esa búsqueda de identidad e independencia, darle opciones y alternativas positivas al joven, así como información real sobre las adicciones, le ayudará a ser una persona libre y responsable de sí misma.
Existen diversos organismos públicos, privados y civiles que proporcionan atención a los jóvenes en esta materia. Tal es el caso del Consejo Nacional Contra las Adicciones (Conadic) y de los consejos correspondientes que existen en todos los estados de la República. Es indispensable ofrecer una alternativa de información y atención a los jóvenes que así lo requieren.
Por otro lado, es importante alertar a los padres y maestros para que estén atentos ante cualquier cambio en la conducta habitual de los jóvenes, en su rendimiento escolar, su forma de vestir y hablar, su grupo de amigos. También estar alertas ante un comportamiento misterioso, robos o pérdidas en el hogar y cualquier señal de intoxicación, para atenderlos de inmediato y no permitir que este mal avance.
El problema del narcotráfico es uno de gran complejidad porque involucra a poderosos grupos del crimen organizado internacional; por ello, su combate es responsabilidad sobre todo del gobierno. La drogadicción por su parte, está relacionada con la formación de la personalidad, la integración de la familia y una perspectiva a futuro y con opciones para los jóvenes; su atención es responsabilidad de la sociedad en general.
¿Cómo transmitir confianza a nuestros jóvenes y cómo instruirlos contra las adicciones?
La adolescencia es el periodo de la vida durante el cual se experimentan más cambios en el cuerpo, en la forma de pensar y de actuar; en esta etapa, se lucha por tener más independencia, se inician muchas prácticas riesgosas, entre las que se cuentan el consumo de tabaco, alcohol y drogas. Este tipo de comportamiento pone en peligro la independencia buscada e impide desarrollar al máximo el potencial y las capacidades propias.
Ninguna persona está exenta de sufrir graves daños a la salud cuando se hace adicta a alguna sustancia tóxica. A todos hace daño fumar, abusar del alcohol o consumir alguna droga; sus efectos dañinos son inmediatos en algunos casos, y en otros, se presentan a mediano plazo. Es importante que te quieras y te cuides, ya que los daños pueden ser irreversibles; para lograrlo, evitá consumir esas sustancias.
Cada droga produce un efecto distinto en la persona que la consume, sin embargo, existen características y consecuencias similares en todos los que las usan: intoxicación, dependencia, necesidad creciente de consumirlas, daños severos e irreversibles a algunos órganos del cuerpo y, en múltiples ocasiones, la muerte. Pero uno de los daños más graves es sin duda el cambio de conducta que hace que la gente adicta se convierta en un gran problema social y familiar.
La drogadicción es la necesidad de consumir en forma creciente sustancias tóxicas que afectan nuestra conducta y alteran diferentes aspectos de la vida. Cuando existe esta necesidad, quiere decir que la persona es dependiente de la droga y ya no tiene libertad plena para hacer lo que le conviene. Por eso, si querés ser libre, no consumas drogas.
Hay distintas formas de hacer frente a las tensiones de la vida o de dar cauce al deseo de evadir problemas y huir momentáneamente de la realidad. Buscá la mejor salida, practicá recreaciones positivas y formas de expresarte y de convivir con tu familia y tus amigos sin hacerte daño a vos mismo ni a los demás.
Si tenés insomnio, no consumas tranquilizantes que no te haya recetado un médico. Quizás, un cambio de dieta o hacer más ejercicio puedan acabar con el problema. En todo caso, consulta con un médico.
Si fumás, el olor del tabaco se impregna en tu aliento, tu pelo, en todo tu cuerpo y tu ropa; esto es molesto para todas las personas que están a tu alrededor, y especialmente, para aquella persona con quien tienes una mayor cercanía física.
El tabaquismo no es sólo un hábito, es una de las adicciones más frecuentes. Además, hace mucho daño, no sólo a quien lo consume; también a quien convive con fumadores. Por ello, cada vez son más los espacios en donde está prohibido fumar; como en los hospitales, bancos, transporte público, entre otros. Si fumás, por lo menos respeta los lugares prohibidos; si no sos fumador, haz valer tu derecho a la salud.
Tomar bebidas alcohólicas es muy peligroso: se pierde coordinación, no se puede pensar claramente y la persona se coloca en una situación de debilidad ante los demás; se llega también a perder el control de sí mismo, lo que te puede colocar en condiciones de alto riesgo.
Las personas que beben sin medida están más expuestas al riesgo de sufrir accidentes y de involucrarse en riñas y actos delictivos. Cuando se trata de personas con una vida sexual activa, la embriaguez puede conducirlas a tener una relación casual y arriesgarse a adquirir una enfermedad de transmisión sexual o a un embarazo no deseado.
Para divertirnos en una fiesta, no necesitamos perder la coordinación, el equilibrio, hablar con dificultad ni sentir náuseas. Tampoco necesitamos sentir vergüenza por nuestra conducta o no poder recordarla al día siguiente. Lo mejor es no tomar en exceso. La fiesta está en vos mismo. No necesitás alcohol para sentirte mejor.
Ensayo de: José Ignacio Munilla Aguirre
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