top of page

POR FAVOR, NO PERDAMOS LA CALMA.

Actualizado: 7 may 2021

A los pocos días que aparece como noticia el tema del Coronavirus, mi madre de 90 años reflexiona en voz alta: “Rezaré para que esta vez no te enfermes; no sé si te pusiste a pensar que sos una sobreviviente de la última pandemia”. Y… la verdad que no, ni se me cruzó por la cabeza analizar que la Poliomielitis me había rozado dejando una huella, porque en su momento, también había sido una pandemia.

Año 1959, a la edad de dos años y en la antesala para recibir la vacuna Sabin, un virus miembro del género Enterovirus de la Familia Picornaviridae conocido como poliovirus, ya había hecho su trabajo destruyendo las células nerviosas encargadas del control de los músculos. Igual que ahora, salvando la distancia de más de medio siglo, sin tanta tecnología, con menos saberes, pero con los mismos temores, la humanidad se enfrentó a una devastadora enfermedad que diezmó a una generación de niños. De transmisión vía fecal-oral, en los países en desarrollo u orofaríngea, en países industrializados, con un período de incubación desde el momento de exposición al virus hasta la aparición de parálisis de 7 a 21 días (mínimo de 4 y máximo de 40), la polio tuvo el espacio para transformar la vida de muchas familias a lo largo de todo el mundo. Una de cada 200 infecciones producía una parálisis irreversible (generalmente de las piernas) y un 5% a 10% de estos casos fallecía por parálisis de los músculos respiratorios. Los primeros síntomas incluyen astenia, cefaleas, fiebre, vómitos, estreñimiento, rigidez cervical y, en menor medida, diarrea y dolor en las extremidades. A nivel mundial es posible que haya más de 10 millones de afectados, muchos de los cuales posiblemente experimentan los efectos del síndrome postpolio.

“Las primeras referencias a la polio aparecen en un grabado de una estela funeraria del antiguo Egipto, donde se ve a un funcionario con signos inequívocos de las marcas de la enfermedad en una de sus piernas. El médico inglés Michael Underwood describió por primera vez la enfermedad en 1789 y en 1840 el ortopedista alemán Jacob von Heine la individualizó clínicamente. La última década del siglo XIX marcó el comienzo de las epidemias, primero en los países escandinavos y EE.UU”.

“A principios de 1953, el investigador de la universidad de Pittsburgh Jonas Salk presentó los primeros resultados de sus investigaciones con un virus muerto al Comité de Inmunización de la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil”.

“Algunos de los miembros del comité, como el premio Nobel John Enders de la Universidad de Harvard y Albert Sabin de la de Cincinnati, dudaban de la seguridad de una vacuna preparada de un virulento poliovirus, más allá del método de inactivación utilizado. Pero la urgencia de la epidemia demandaba acciones y al año siguiente comenzó el estudio clínico de la vacuna, uno de los más grandes que se han realizado en la historia. Con el apoyo de la industria farmacéutica para producir a escala las dosis necesarias, participaron casi dos millones de niños estadounidenses de entre 6 y 9 años. De ellos, 623.972 fueron inoculados con la vacuna o con placebo, y el resto observados como otro grupo de control”.

“El 12 de abril de 1955, Thomas Francis, director del estudio, anunció sus resultados: la vacuna era segura, potente y efectiva para prevenir la poliomielitis en el 90% de los casos”.

“Al mismo tiempo que Salk investigaba su vacuna, su colega polaco Sabin estaba desarrollando otra a partir de un virus vivo, ya que -al igual que muchos científicos de la época- creía que así se garantizaría la inmunidad por un período extendido”.

“Sabin hizo las primeras pruebas con él mismo y con sus familiares y los del equipo de investigadores, y con los detenidos de una cárcel cercana. Ante la imposibilidad de avanzar con un estudio clínico masivo en Estados Unidos, porque ya se estaba utilizando con éxito la vacuna de Salk, Sabin logró que lo llevara adelante el Ministerio de Salud de la Unión Soviética en 1957. Cuatro años después, tras el éxito de las investigaciones, el Servicio de Salud Pública estadounidense aprobó la vacuna diseñada por Sabin y la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezó a utilizar la antipoliomielítica oral, que sigue usándose y es una de las vacunas más seguras desarrolladas hasta la fecha”.

“La vacunación cambió radicalmente el panorama de la polio. En línea con la erradicación de la viruela lograda en 1980, la OMS lanzó en 1988 la Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis. Desde entonces, cuando se calculaba que había 350.000 casos en 125 países endémicos, los casos disminuyeron en más de un 99%, a 33 notificados en 2018”.

“De las tres cepas de poliovirus salvaje (tipo 1, tipo 2 y tipo 3), el poliovirus tipo 2 se erradicó en 1999 y no se dieron casos del tipo 3 desde el último notificado en Nigeria en noviembre de 2012”.


“En la actualidad, la transmisión continúa siendo endémica en tres países: Afganistán, Nigeria y Pakistán. En la Región de las Américas, la inexistencia de poliomielitis se certificó en 1994, en Pacífico Occidental en 2000, en Europa en junio de 2002 y en 2014 en Asia Sudoriental. Este último logro supone un gran avance hacia la erradicación global, ya que el 80% de la población mundial vive en regiones libres de polio”.

La situación que estamos atravesando es como un déjá vu interminable, algo parecido a la película “Como si fuera la primera vez” donde la protagonista Lucy (Drew Barrymore) sufre de una amnesia muy particular, ya que todos los días se despierta sin reconocer a nadie ni recordar lo que había sucedido el día anterior. Todo esto ya lo vivimos, por aquel entonces también se movilizó la acción ciudadana, pues los vecinos, empleados públicos, médicos, enfermeros y fuerzas de seguridad, trabajaron en la distribución de pulmotores, gammaglobulina, vacunas, aparatos ortopédicos y otros elementos necesarios para combatir el flagelo, como también lo hicieron, organizaciones de instituciones no gubernamentales destinadas a la rehabilitación de los enfermos de polio.

Luego de sus apariciones de 1932 a 1936, la poliomielitis había mermado su incidencia en la Argentina. Pero en el verano de 1942 se evidenciaron focos en el país en lugares como Mar del Plata, Santiago del Estero y Rosario. Pues, tal como ahora, el temor a la llegada del verano y lo que ello implicaba, era suficiente razón para temer drásticas consecuencias.

Para ese entonces, el simple conocimiento de la existencia de enfermos provocaba “verdaderos éxodos de la población infantil movidos por el pánico de sus padres“. Había provincias como Buenos Aires y Entre Ríos con porcentajes muy altos de infectados, de la misma forma que existían lugares donde la polio era prácticamente inexistente.

“Lo concreto fue, que debido al aumento de casos, a la irregularidad en su distribución, sumado a que se trataba de una patología que requería de un tratamiento especial, hizo que reinara el desconcierto generalizado entre las autoridades sanitarias y gubernamentales”.

Por esto el 17 de diciembre de 1943, surge ALPI Central (Asociación para la Lucha Contra la Parálisis Infantil) como centro privado que atiende en forma gratuita a pacientes con discapacidades motoras y con secuelas de Poliomielitis. Esta entidad fue pionera en la rehabilitación en nuestro país, manteniéndose únicamente gracias a la ayuda de una comunidad solidaria y habiendo sido creada por un grupo de señoras que tenían hijos con esa enfermedad.

Siendo Mar del Plata, una de las localidades más afectadas en ese entonces, por iniciativa de Juan Otimio Tesone, médico cirujano y ortopedista, se fundó el 10 de mayo de 1952, una sociedad civil sin fines de lucro, Cerenil (Centro de Rehabilitación para los Niños Lisiados). Tesone había tenido la oportunidad de perfeccionarse en la universidad de California y de Puerto Rico, donde desarrolló un proyecto, con el objeto de prevenir, tratar y rehabilitar la discapacidad.

“Los meses avanzaban, y se asistía, en 1953, al mayor brote de polio registrado en la Argentina hasta esa fecha; afectando a 2.579 personas y el número de contagiados, iba en aumento. De la misma forma que ahora, las autoridades sanitarias informaban de las medidas profilácticas que debían tomarse, como hervir el agua y mantener la higiene personal. De los infectados, 1.300 correspondieron a Buenos Aires siguiendo en número de casos las provincias de Santa Fe, Tucumán y Córdoba”.

“La preocupación médica y política de las consecuencias de dicho padecimiento no radicaba tanto en los índices de mortalidad (179 fallecidos) sino en los efectos invalidantes (1.316 inválidos) para las poblaciones de menor edad. El 71% de los pacientes fueron los menores entre cero y cuatro años”.

“La situación realmente crítica, activó la ayuda internacional. La OPS respondió al pedido de colaboración realizado por el gobierno argentino y compró en Estados Unidos 39 pulmones de acero que fueron trasladados en un avión del ejército norteamericano. Además, la Fundación Nacional contra la Parálisis Infantil de Estados Unidos envió dos médicos especialistas en poliomielitis y varios pulmones de acero portátiles”.

“De esta manera el gobierno nacional envió una comisión a contratar en Oxford, sede de la primera escuela de terapia ocupacional de Inglaterra, a terapistas ocupacionales para que vinieran a prestar asistencia, formación y capacitación. En 1959 fue contratada por el gobierno argentino para crear la primera escuela de TO en Sudamérica, a la directora de la Escuela de TO de Oxford, Evelyn Mac Donald. Más tarde, llegaron a la Argentina cuatro terapistas físicas y una terapista ocupacional, estableciéndose un programa teórico-práctico de formación de terapeutas ocupacionales, que se llevaron a cabo en el Centro Nacional de Rehabilitación al Lisiado. Estas iniciativas tuvieron un efecto centrífugo en varias direcciones, pues Chile envió personal a capacitarse a nuestro país de manera que los primeros terapeutas trasandinos se formaron en la Argentina, ya que la OPS otorgó becas para que asistieran de varios países latinoamericanos a formarse en la atención del discapacitado físico, aparato locomotor y psiquiátricos, ya que no existían más áreas en ese momento”.

Hoy está en discusión si es necesario vacunarse contra el Covid 19. Como en aquel momento, las empresas farmacéuticas ponen sobre la mesa sus múltiples capacidades para encontrar la detención de esta nueva enfermedad. En 1980 la OMS (Organización Mundial de la Salud) anunció que se había erradicado la viruela (la primera y única vez en la historia que se declaró la erradicación de una enfermedad infecciosa del planeta) y en 1991 fue reportado el último caso de poliomielitis y está en camino de ser la segunda erradicada del planeta gracias a la vacunación.

No creo que seamos conscientes del mundo silencioso y traidor que nos asecha, los virus nos rodean de forma pavorosa, van evolucionando, se readaptan y esperan ocultos la oportunidad de enclavarse en la vida de los hombres. Son ancestrales, han traspasado la historia de la humanidad y lo seguirán haciendo. La realidad es que hoy, desaparecerá uno para darle lugar a otro que nos causará más temor, pero ¡atiendan por favor!, NO PERDAMOS LA CALMA.

 

Prof. María Fernanda González Soler

Profesora de Lengua y Literatura

Coordinadora General de G.S. Consultora Educativa


Fuentes:


13 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

コメント


bottom of page