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PADRES Y ADOLESCENTES: algunas claves para transitar esta etapa.

Sin lugar a dudas una de las etapas más difíciles en la crianza de nuestros hijos, es la adolescencia; y el abanico de razones para sostener esta afirmación es muy amplio.

Sólo intentaremos registrar algunas de las dificultades con el objetivo de poner luz donde hay oscuridad, de generar confianza donde no la hay y acompañarlos a multiplicar los buenos momentos en familia porque se ha logrado una armonía. Nos mueve a esto la consciencia absoluta que educar es un acto silencioso, constante y lento y contar con herramientas para disfrutar de esta etapa es una gran oportunidad como padres.


A- La comunicación

  1. Es muy valioso buscar un momento del día y mantener una breve charla con nuestros hijos, bien desestructurada y que no parezca un pin-pon de preguntas y respuestas. Saber qué hicieron y cómo se sienten, nos involucra con sus realidades y nos serena. Si ellos nos buscan para dialogar, dejar lo que estamos haciendo, mirarlos y escuchar.

  2. Ser claro a la hora de dar mensajes, decir que “sí” un día y al otro “no” ante la misma situación, salvo que las circunstancias hayan cambiado, los confunde y alimenta la desconfianza.

  3. Aprender a escuchar y dar respuestas que incentiven a la comunicación utilizando un tono positivo y educado evitando la ridiculización, las comparaciones, el lenguaje corporal negativo y las amenazas poco creíbles.

  4. Hacer un llamado a la reflexión cada vez que ha hecho algo incorrecto y con el mismo énfasis, felicitarlo cuando nos sintamos sorprendidos con una actitud inesperada y positiva. No debemos olvidar que educar es un acto de amor y que los límites los entrena para la vida.

  5. Esforzarse por no “perder los estribos” o “gritar” y si eso es imposible, porque hay veces que ES IMPOSIBLE, dejar esa conversación para otro momento donde hayamos podido serenarnos y reflexionar.

  6. Concretar pactos, acuerdos o normas por escrito sobre las cosas que esperamos de nuestro hijo y colocarlos en algún lugar visible de la casa.

  7. Evitar el monólogo y terminar las frases invitando a la conversación con expresiones como: “¿qué te parece a vos?”, “me interesa mucho conocer tu opinión”, “¿entendés de qué te estoy hablando?”, “esto parece muy importante para vos, intentá explicarme porqué”.

  8. Alcanzar coherencia entre lo que se predica y lo que se practica para lograr la credibilidad porque, aunque estemos seguros que los jóvenes están inmersos en sus mundos y desconocen las realidades ajenas, debemos saber que siempre están atentos a lo que pasa y sobre todo a aquello que sus padres propusieron como norma y no cumplen.

  9. Pasar tiempo juntos organizando actividades de interés mutuo: una salida de pesca, la práctica de algún deporte, un almuerzo, una película, un día de compras. Esos son momentos que se atesoran en la memoria a pesar de los años y si lo complementamos con alguna conversación pospuesta, habremos dado un gran paso para acortar los espacios de incomunicación que se han creado.

B- Los valores

  1. Generar hábitos de estudio es un buen inicio para la prevención de las dificultades escolares. Respetar el horario y el lugar elegido para esa actividad, no entorpecer con interrupciones y pedidos, evitar la desconcentración que suele ser muy corta en niños y adolescentes.

  2. Promover al esfuerzo de superación, primero con el ejemplo porque los padres somos los primeros educadores, con el aliento constante y una mentalidad positiva. Es substancial hacerles conocer que los propósitos importantes requieren de grandes esfuerzos.

  3. Transmitir ideales es el primer eslabón para dar paso a los sueños, estos mueven al estímulo y el estímulo provoca hechos concretos. Hoy todos los jóvenes tienen que ver que los adultos que los guían tienen un horizonte preciso y que las luchas emprendidas tienen un objetivo. Algunas veces descubrimos desde nuestra función de educadores, que donde había un joven sin ideales, también había un adulto en las mismas condiciones.

  4. Motivar a la responsabilidad en cada cosa que se elige, emprender algo y darle fin aun con esfuerzo y desagrado, es actuar responsablemente. Hemos escuchado frases como: “estás cansado”, “no podés”, ambos conceptos negativos que llaman a la irresponsabilidad. Deberían cambiarse por: “aunque me doy cuenta que estás cansado, sé que contás con la suficiente energía para finalizar este proyecto porque vos lo elegiste”, “vas a poder por tu gran capacidad y porque es lo que querés”.

  5. El respeto, primero a sí mismo, por ejemplo cuidando su cuerpo porque es una gracia divina y plantándose ante la vida con firmeza ante lo bueno y lo malo. Nadie que no se respeta a sí mismo es capaz de respetar a los demás, de no invadir el territorio del otro, de entender que las diferencias nos enriquecen.

  6. Insistir en el buen uso de la libertad. Destacados psicólogos afirman que la persona está básicamente formada, cuando tiene una idea cabal de la libertad. El Dr. en Filosofía, Alfonso López Quintás, en su obra “Educar el amor humano”, hace referencia a dos tipos de LIBERTADES: LIBERTAD CREATIVA O INTERIOR es aquella que nos distancia de los impulsos instintivos para elegir la actividad que más contribuya a realizar el verdadero ideal de nuestra vida y LIBERTAD DE MANIOBRA es la capacidad que poseemos para liberarnos de ataduras externas para satisfacer en todo momento las propias apetencias. No nos extenderemos en este tema tan importante para la formación de los jóvenes, porque hemos pensado tratarlo con más detalle en próximas publicaciones.

  7. Obligar a pensar, a reflexionar ante la toma de decisiones o ante algo que no ha salido como esperábamos, es una actitud responsable que nos prepara para otra situación semejante. Algunos adultos no creen en la gran capacidad de reflexión de los jóvenes o lo que es peor, les temen, entonces prefieren tender un manto de olvido, dar vuelta la hoja o premiar la desilusión.

  8. Llamarse a la paciencia, saber esperar, buscar la serenidad ante el caos, son cuestiones que deben ser trabajadas desde muy pequeños, como casi todas las cosas. Hoy sabemos que todos los valores aprendidos en los cinco primeros años de vida, son las pirámides que sostendrán la vida del hombre de mañana.

  9. Promover al orden porque el orden exterior es también orden interior. Con él se gana tiempo, se promueve a la libertad y se despejan dudas.

Admitamos que no existe un lugar donde podamos aprender a ser padres, es el ensayo y el error, el hacer y el deshacer lo que nos obliga a cambiar el rumbo y muchas veces lo que nos sirvió para un hijo, para el otro no. Pero la experiencia nos ha demostrado que donde no existe una mirada de un adulto, un verdadero compromiso, una absoluta responsabilidad, los resultados son algunas veces negativos y siempre evitables.

 

Prof. María Fernanda González Soler

Profesora de Lengua y Literatura

Coordinadora General de G.S. Consultora Educativa



Fuente.

Alfonso López Quintás, “Educar el amor humano”


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