Somos un pequeño emprendimiento que surgió, como una necesidad de seguir educando, de continuar haciendo aquello para lo que nacimos y nos hace feliz, además de sentir la necesidad de transitar la jubilación con intereses, y proyectos. Transportémonos a diez años atrás, sin WhatsApp y con celulares de tapita, apenas arrancando con una tecnología, que por la edad, nos superaba ampliamente. Cualquier iño era capaz de tomar en sus manos un celular y resolver en un segundo, lo que nos hubiera costado toda una tarde. ¡Magia pura! En aquel momento nos conocieron por el boca a boca, iban apareciendo fantásticas familias que se manejaban como Juglares medievales, y por ahí, la novedosa idea de publicitar con alguna fotocopia que describía las características del servicio, en la revista del domingo, pero nada más. Con eso alcanzaba para que despuntáramos el vicio y pudiéramos sentirnos, todavía, útiles. Pero la tecnología nos fue envolviendo como un manto sagrado, transformándose en la protagonista de nuestras vidas personales y profesionales y obligándonos a modificar ese viejo decálogo que hasta ese momento, nos había servido.
Así fue que nos acomodamos e instalados en nuestra zona de confort, debimos REINVENTARNOS, porque el pasado 2020, nos desnudó ante una realidad inevitable, desaparecer o permanecer. Rápidamente había que elegir, otros dependían de la elección, era prioritario dar respuestas para avanzar. Entonces fueron necesarios los balances, hacer cuentas, escuchar al corazón, consultar con la almohada, analizar probabilidades de supervivencia. Pero cuando uno desarrolla una actividad con pasión, es imposible desaparecer, la respuesta era REINVENTARNOS.
“Reinventarse siempre es algo provocado, por lo general no cambiamos si no se nos obliga a ello”, señala el profesor y psiquiatra Luis Rojas Marcos en una entrevista con El Confidencial.
Para él, la reinvención “es muy diferente de la adaptación. Si hace frío y nos protegemos buscando calor, nos adaptamos a las distintas situaciones del medio, o a los cambios físicos. La reinvención es otra cosa, y tiene lugar cuando una persona ha de enfrentarse a un cambio importante en su vida o su entorno, negativo o positivo, que suele ocurrir de forma inesperada”.
“La reinvención, pues, parece espoleada por un elemento externo que impulsa el cambio. Es la experiencia del ¡ajá!, una revelación que me hace pensar que tengo que transformarme, crear una personalidad nueva, o tener nuevos intereses o una profesión diferente. Y eso implica transformaciones en los valores. Hay gente que se jubila y tiene que cambiar, otros se quedan sin trabajo, y eso les obliga a modificar sus gustos, aficiones e incluso sus relaciones”.
“La verdadera reinvención no consiste en cambiar las actitudes, sino en modificar las conductas. Un cambio que también se traduce en la creación de un nuevo yo o en el redescubrimiento de facetas de nuestra vida que creíamos olvidadas”.
Nos dimos cuenta que “en las sociedades del pasado, sin embargo, no era tan necesario mutar continuamente. Es más, resultaba preferible mantenerte fiel a un método, unas costumbres y unas ideas que proporcionaban una cierta estabilidad. Pero los tiempos y las personas se han transformado, y ahora el cambio perpetuo es un valor insoslayable”.
Nunca tan reales estas afirmaciones para entender que comenzar a trabajar online era crecer, sumar. Todo lo que habíamos hecho hasta ahora estaba bien, pero no era suficiente, expandirse exigía esfuerzo, voluntad, conocimiento, ayuda, metas claras, seguridad, confianza, optimismo, tiempo y un empujoncito de alguna fuerza externa que creyera en nosotros.
Como soldados que van a la guerra, nos pertrechamos y armamos la estrategia de la permanencia para crecer, como lo hicieron otros que entendieron la dimensión de sus propias fortalezas.
¡Seguir adelante, esa siempre es la clave! Y ¿Qué nos pasó? Muy simple… entendimos.
Prof. María Fernanda González Soler
Profesora de Lengua y Literatura
Coordinadora General de G.S. Consultora Educativa
Fuente: “El Confidencial”, 07/07/2012, entrevista de Esteban Hernández y Héctor G. Barnés a Luis Rojas Marcos.
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