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Erinaldo Vicente Cavalcanti: Relatos do medo. A ameaça comunista em Pernambuco .

Actualizado: 7 may 2021

(Garanhuns -1958/1964), Recife, Editora Universitária de UFPE, 2012*.


El título del libro alude indirectamente a la obra que a fines de 1970 escribiera el historiador francés Jean Delumeau, La Peur en Occident aux XIV et XVIII siècles. Une cité assiélé (Libraire Arthème Fayard, 1978), uno de los insumos bibliográficos y conceptuales de los cuales se nutre Cavalcanti para diseñar su investigación sobre el miedo ante la amenaza comunista en la ciudad de Garanhuns en el estado de Pernambuco durante 1958-1964.

El texto que nos ocupa evidencia un abordaje desde la historia reciente, un campo disciplinar que se afianza en cada historiografía nacional para indagar las particularidades de un pasado temporalmente cercano que tiene directa incidencia sobre el presente; la creación de Comisiones de Verdad [Comissões de Verdade] municipal, estadual [provincial] y federal [estatal] dedicadas a investigar los abusos cometidos por los militares durante la dictadura iniciada en 1964 es una clara muestra de la vinculación pasado-presente, en este caso en Brasil.

Calvancanti señala la proliferación de estudios que durante las últimas décadas, del siglo XX y las primeras del siglo XXI, los especialistas brasileños han dedicado al estudio de las izquierdas, ese renovado interés ha promovido la creación de Programas de posgrado; nos interesa aquí reparar en el programa sobre Historia y Memoria de la Universidad Federal de Pernambuco, al interior del cual se han desarrollado investigaciones sobre las luchas políticas en ese estado (provincia para nosotros). El libro reseñado, es uno de los resultados emergentes de esas indagaciones.

Uno de los nudos en los cuales se concentra el autor para explorar el miedo y la representación asociados al comunismo, es analizar no solamente el comunismo sino el anticomunismo no como proyectos meramente políticos, sino en relación a las “experiencias vividas por diversos actores sociales en un espacio y tiempos específicos que ayudaron a tejer una atmósfera del miedo en la ciudad de Garanhuns” (p. 20). Los actores en los cuales el autor centra su análisis son la iglesia, los medios de comunicación, la Cámara de Concejales del poder legislativo (local), la Secretaría de Seguridad Pública provincial y la Policía municipal. El juego de escalas que desarrolla el autor en su propuesta, enriquece notablemente el análisis dado que permite establecer correlatos entre diversas dimensiones de las sociedad (política, cultural, religiosa, comunicacional) mostrando a su vez los contactos, particularmente, entre el ámbito local y provincial (aunque también queda espacio para abordar las vinculaciones con el ámbito nacional e internacional).

El primer capítulo titulado “Garanhuns: cenário de histórias múltiples” [Garanhuns: escenario de historias múltiples] explora las narrativas sobre el comunismo en esa ciudad, especialmente a partir del papel desempeñado por el diario local O Monitor [El Monitor] que vindicaba a la localidad como “un espacio de operaciones significativas del Partido Comunista Brasileño entre los años 1958 a 1964” (p. 48). El autor señala que 1958 fue un año electoral en Pernambuco, lo que intensificaba los debates entre los candidatos a la gobernación. La fuerte actividad que O Monitor señalaba para el comunismo en Garanhuns incluso hasta el golpe de estado de 1964, convocó la atención de las autoridades provinciales estableciendo una “constante vigilancia a las personas consideradas comunistas, al representar una amenaza al orden y a las buenas costumbres de la ciudad” (pp. 48-49).

Calvancanti explicita que la “representación del comunista como individuo peligroso fue esculpida en Garanhuns de manera gradual por diarios, en circulación en la ciudad, por parte de la Iglesia Católica y de autoridades civiles y policiales” (p. 53). El comunismo como constructo a temer remitía, sin diferenciación, a los líderes y afiliados del Partido Comunista Brasileño (PCB), del Partido de los Trabajadores Brasileños (PTB) y del Partido Socialista Brasileño (PSB). El diario O Monitor, a través de sus páginas fue un órgano censor de cualquier actividad presuntamente comunista, colaborando y reforzando la idea de que el comunismo estaba creciendo, incluso en tanto órgano reconocido sus alertas “al avance del comunismo pueden rastrearse hasta 1949” (p. 53), es decir, con bastante antelación al periodo en el cual se centra el análisis, lo relevante es que de igual manera la vigilancia de la Secretaría de Seguridad Pública del estado provincial ya venía monitoreando la “actividad comunista” en la ciudad. Incluso llegó a elaborar un mapeo (que se halla en el archivo de la institución) con nombres y lugares de circulación; a ese organismo se sumó la Delegación Auxiliar de Policía del municipio, quien se encargó de un “relevamiento minucioso de las personas vinculadas con el comunismo en la ciudad. Tanto de las ligadas directamente al PCB, mediante la afiliación, como de las que eran consideradas comunistas”. Este último organismo creó asimismo un banco de datos que “muestra la preocupación que representaba [para las autoridades locales y provinciales] el Partido Comunista” (p. 63).

Las organizaciones de base, “asociaciones de barrio, o células comunistas (…) eran compuestas por miembros representantes de distintos segmentos sociales. Bancarios, albañiles, zapateros, sastres” esta pertenencia a diferentes estratos sociales era percibida por la policía con alarma dado que “el comunismo había conquistado adeptos de diferentes posiciones sociales; de comerciales a concejales, pasando por peluqueros y zapateros” (p. 89).

Asimismo el autor señala que la Secretaría de Seguridad se encargó de “diseminar un conjunto de imágenes en las que el comunismo aparecía como un régimen político caracterizado esencialmente por la ausencia de libertad” (p. 90).

Este trabajo conjunto entre la Secretaría de Seguridad provincial y la Policía municipal, debe ser entendido como un mecanismo de control, generador de “violencia, de barbarie, de segregación y de intolerancia” (p. 91).

El segundo capítulo titulado “Palavra escrita e poder: a impresa como instrumento de luta política” [Palabra escrita y poder: la prensa como instrumento de lucha política] aborda el papel desempeñado por algunos medios de comunicación en la construcción del miedo al comunismo y como ámbitos de la difusión de discursos anticomunistas. Así el autor emprende una pormenorizada investigación del semanario garanhuense O Monitor y, de otros dos medios de amplia circulación en Pernambuco en ese momento: el Jornal do Commércio y el Diário de Pernambuco. Además de estas publicaciones periódicas, Erinaldo Cavalcanti también analiza el impacto de un artículo publicado por The New York Times, donde se indica que la “Pobreza en el Noroeste de Brasil constituye una amenaza de revuelta” (p. 115), en el mismo medio, se compara lo que sucede en Pernambuco con lo ocurrido en Cuba (en clara alusión a un avance revolucionario de izquierda).

Cavalcanti centra parte de su indagación en la formación en Garanhuns de O Monitor, ya que considera que “la posición esgrimida por el periódico es el resultado del lugar social donde estaba inserto” (p. 103); en el caso de O Monitor, éste estuvo vinculado –inicialmente- a la diócesis de Garanhuns, desde su fundación en 1933 hasta 1963 cuando fue vendido a un político local. Durante “algún tiempo fue el principal periódico de la ciudad, llegando a ser el único en circulación en Garanhuns” (pp. 103-104).

O Monitor opera creando y reforzando una imagen comunista ligado a la introducción de una dictadura atea, la disolución de los valores y las libertades personales. En este sentido, el historiador todavía registra una serie de artículos publicados donde se anima al voto femenino y las mujeres son instruidas a votar por los candidatos propuestos por la Liga Electoral Católica (LEC) para defender así sus hogares, sus familias y su religión; el periódico llega a explicitar que: “El mayor peligro (…) está en votar mal, no en el sentido práctico sino moral o ideológico. Ésta debe ser nuestra mayor preocupación: escoger a los candidatos entre los buenos (…) solamente votando a quienes por sus cualidades y creencias religiosas vayan a honrar a Dios y a dignificar a la Patria” (p. 111). Por ello, Cavalcanti remarca que la mujer es pensada como un instrumento de la lucha contra el comunismo dado que es concebida como la figura emblemática del “recinto familiar (…) protectora del hogar” (p. 117), o incluso en uno de sus titulares convocaba el periódico: “¡Mujer brasileña! SALVA A BRASIL con tu voto” (p. 121).

En cuanto a los periódicos Jornal do Commércio y Diário de Pernambuco, el autor marca que durante los primeros años de 1960, ambos medios de comunicación, “intensificaron el número de reportajes y notas que trataban sobre el peligro que el comunismo representaba para la sociedad” (p. 95). Distintos actores, entre los cuales se encontraban los medios de comunicación, en conjunto recurrieron a una fuerte oposición entre comunismo versus democracia; en países comunistas como Rusia la democracia “respiraba con dificultad”, pues “el gobierno controla la radio, la prensa, el derecho de manifestar, el derecho de reunirse o de hablar libremente” (p. 123).

En busca de mantener “el orden social vigente, un conjunto de acciones fue producido por la Iglesia Católica, la prensa y el estado (…) Esas instituciones en su conjunto, instituyeron la violencia como práctica (…) recortando el derecho de expresión y manifestación de muchas personas que, afiliadas al Partido Comunista Brasileño o simpatizantes de sus ideas, fueron acusadas de actividades subversivas” (p. 134).

El tercer y, último capítulo titulado “A Câmara de Vereadores de Garanhuns: poder, estratégias e combates” [La Cámara de Concejales de Garanhuns: poder, estrategias y combates] aborda las actas del Ayuntamiento municipal de la ciudad, su observación y análisis permite ver que “una especie de ética que regía –y rige- en la Cámara, no permitía que los concejales se opusieran al comunismo usando las mismas estrategias de los periódicos” (p. 137). Una singular estrategia contra el comunismo consistía en desaprobar los proyectos propuestos por comunistas, “intentando limitar cualquier posibilidad de crecimiento en ese espacio político. Sin embargo, el poder no se ejerce de forma completa y absoluta. Lo que permitió a los comunistas desarrollar estrategias de resistencia para luchar y aprobar sus propuestas” (pp. 137-138). Esta permanente tensión, tampoco es unívoca, Cavalcanti muestra como la misma Cámara de Concejales en ciertos momentos aprueba proyectos llevados adelante por un concejal comunista y ante otros –incluso presentados por el mismo concejal- se resiste y los veta (p. 141). Asimismo ante Jorge Amado –reconocido escritor, miembro del Partido Comunista Brasileño-, la Cámara tiene una postura abierta a su recepción en tanto promueve una invitación para que brinde una conferencia, la cual es valorada como “una gran oportunidad para esta Casa y para el pueblo de Garanhuns” (p. 142).

Más allá de los proyectos ligados a la administración municipal, el poder “Legislativo de Garanhuns mantenía diversas discusiones acerca de la política internacional, principalmente, en cuestiones vinculadas al modelo político practicado en la Unión Soviética y Cuba” (p. 148). La impugnación al comunismo no pasaba por su crítica “al yugo imperialista norteamericano”, el comunismo “era combatido como estrategia política” (p. 156). Por su parte, el comunismo mantenía un fuerte cuestionamiento a las instituciones burguesas en tanto “las clases dominantes y el régimen existente eran incapaces de realizar las reformas necesarias” (p. 157). Es particularmente interesante aquí recuperar la falta de acuerdo, entre los distintos sectores de las izquierdas brasileñas, sobre la reforma agraria como propuesta en especial porque estaba en juego la Constitución; mientras la izquierda más radicalizada buscaba una reforma agraria “sin ninguna indemnización a los latifundistas”, otros sectores recordaban el artículo 141 de la Constitución, el cual “establecía indemnizaciones previas”. Era precisamente “esa inconstitucionalidad de la propuesta el epicentro de los conflictos que rodeaban a los defensores y opositores de su instauración” (p. 184).

En el último apartado del capítulo Cavalcanti reflexiona sobre el golpe de Estado de 1964 analizando “algunas vivencias de la Cámara de Concejales ante la ruptura constitucional” (p. 185), particularmente al considerar que durante el año precedente las urnas no habían acompañado a los candidatos comunistas. La derrota comunista en las urnas fue acompañada por el ascenso al poder de los militares, ambos hechos cambiaron el escenario político de Brasil. A pesar de la ausencia del comunismo, como adversario visible políticamente, el 2 de abril de 1964, el presidente de la Cámara de Concejales de Garanhuns convoca a una sesión extraordinaria para “tratar la actual crisis política”: el comunismo como peligro; en su discurso Álvaro Brasileiro Vila Nova, nomina el golpe de Estado “como una medida fundamental e indispensable ante el riesgo inminente que corría el país” (p. 187). Esa percepción es usada por el autor para subrayar que las Cámaras de Concejales –entre ellas la de Garanhuns como una más- son un trasmisor de información que intercomunica a toda la provincia. No obstante, conviviendo con el apoyo al golpe, existen actitudes del poder legislativo que muestran “una preocupación por justificar sus posturas ante la población de la ciudad” dado que ésta es percibida como demandante de “una explicación [pública] por sus acciones” (p. 194). Tal vez, sea precisamente esa demanda subyacente –real o imaginada- la que permita ver que más allá de resultados visibles: derrota de los candidatos comunistas en las elecciones o el ascenso de los militares al poder.

La necesidad de caracterizar al gobierno de João Goulart como promotor del desorden y la corrupción, al comunismo como mal absoluto; llevaba aparejado, bajo la conducción de Justino Basto “vigilar, controlar, perseguir, arrestar, torturar y, hasta matar” convirtiendo esas “prácticas” en “permitidas y justificadas” (p. 198).

Tanto por su riqueza heurística como hermenéutica, el libro de Cavalcanti es de lectura obligada para quienes se encuentren interesados en la historia reciente, más allá de coordenadas historiográficas “nacionales”, la cercanía con la cantera francesa como ámbito de insumos bibliográficos nos acerca a prácticas que tampoco son desconocidas en el ámbito local, por último vale la pena destacar la prosa fluida, que sin perder rigor académico, resulta de ágil lectura para circuitos más amplios que los conformados por los especialistas.

 

Prof. Miguel Ángel Occhoa

Profesor de Ciencias Sociales


REFERENCIAS.


1* En Rey Desnudo, Núm. 7, Año 4, Primavera 2015, pp. 172-178. ISSN 2314-1204 1

2* El órgano legislativo equivalente, en nuestro país, sería el Concejo Deliberante municipal.

3* El autor se nutre de Michel de Certeau para entender la ciudad como un “universo multicultural” entendido como “un escenario fluido, móvil y polifónico, donde se desenvuelve simultáneamente, en puntos diversos, historias múltiples escenificadas por actores anónimos que, a menudo, huyen de los encuadramientos de los proyectos urbanos” (p. 49) [A invenção da cotidiano: artes de fazer].



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