El escritor y periodista catalán Jorge Carrión, ha manifestado que
“en el consumo cultural, buscamos experiencias emocionales. Hay un capitalismo emocional fuertísimo, convertido en un gran mercado; la emoción, la terapia y la autoayuda son agentes económicos y culturales de primera magnitud. Lo que Eva Illouz ha llamado la cultura de la terapia. Se buscan experiencias emocionales en el consumo cultural, no sólo intelectuales, no sólo narrativas, también de vínculo emocional fuerte, sobre todo con los personajes”.
¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE CONSUMO CULTURAL?
Se define consumo cultural al “el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica” (Canclini, 1999).
Para este autor, el estudio de los consumos culturales es una importante estrategia para reflexionar acerca del tipo de sociedad que se quiere y cómo participar en la construcción social de sentidos.
En 2007 un estudio realizado por García Canclini, refiere al vínculo entre consumo y ciudadanía como un juego complejo, pues Internet en la escolaridad media y superior, son consideradas formas de expansión del consumo, que permiten ampliar repertorios culturales y estéticos. Si bien en el mismo se advierte acerca del problema de sobreestimar los cambios de hábitos culturales generados por las innovaciones tecnológicas, la “tecnosocialidad” muestra que los recursos inalámbricos de comunicación se convierten en contextos, condiciones ambientales de formas de ser, valores y acontecimientos.
Por otro lado, los bienes culturales representan una relación de coproducción entre autor y público; el bien no se agota al ser consumido y en muchos casos se sigue recreando por largo tiempo. Este proceso difiere del proceso económico del consumo, aunque se ubique en el terreno comercial. En este sentido, la noción de consumo se combina con otras prácticas tales como:
comportamientos,
hábitos,
preferencias,
usos,
gustos.
El consumo cultural puede ser un tema controvertido, pues depende del ángulo o ámbito desde donde se lo estudie, es decir desde una visión antropológica, comunicacional, sociológica, económica, pedagógica o estética.
He aquí la importancia del consumo cultural. Entender a la sociedad desde el mismo, permitirá conocer la construcción de una identidad a partir de lo que se compra. Por ejemplo, las redes sociales comunican en un mundo multicultural y globalizado, mostrando las tendencias sociales con efectos inclusivos conectándolos mediante el consumo cultural.
Si se trata de caracterizar el consumo cultural se podrá decir que:
En ciertos casos la oferta de productos culturales puede estar subsidiada por instituciones gubernamentales con el propósito de incrementar la inclusión de la sociedad a la cultura.
Puede consumirse individual y/o colectivamente.
No es estático. Pues se adicionan a la oferta de bienes o servicios; los de tipo popular y de los de la industria del entretenimiento.
Al pensar en cuales serían los aspectos que determinan el consumo cultural, éstos podrían ser: características sociodemográficas, gustos, hábitos y principios de pertenencia. También pueden tener influencia en él, la familia, los amigos, la escuela, la religión, las costumbres, las tradiciones, los medios de comunicación e incluso por las propias ofertas culturales.
Si se tomase como ejemplo a los jóvenes de cualquier sociedad, se podría decir que éstos buscan identificarse con algún grupo y para lograrlo usan productos culturales, los cuales, además de ser parte de su aprendizaje intelectual, también permiten encontrar nuevas experiencias, que irán definiendo su propia personalidad.
En la sociedad contemporánea algunos ejemplos del consumo cultural son:
Museos
Sitios históricos
Centros culturales
Institutos que ofrecen actividades artísticas
Ferias tradicionales
Festivales
Obras teatrales
Artes plásticas
Música
Danza
Libros
Uso de internet con motivos culturales
Videos
Los bienes culturales se caracterizan porque su valor simbólico es mayor que su valor material. Por ejemplo, un libro transmite un mensaje y allí reside su valor, no en la tinta o el papel. Una pintura vale por la experiencia estética que despierta en el espectador o en el prestigio del artista que la pintó, y no en el valor de los lienzos.
Según Gabriel Zaid, la cultura se convierte en temas de la vida social. Farándula o entretenimiento; por ejemplo, cuando los medios de comunicación al informar sobre un recital de piano, en lugar de situar en contexto o analizar la obra musical, prefieren hablar de los zapatos del pianista.
LAS BELLAS ARTES Y EL BIENESTAR EMOCIONAL.
En la actualidad se reconocen como las 7 principales bellas artes mundiales a la arquitectura, la escultura, la danza, la música, la pintura, la literatura y el cine; aunque algunos expertos consideran que son 9 al incluir la fotografía y el comic.
Se ha vivido un período de distanciamiento social y progresivamente se fue regresando a la normalidad. Durante los mismos no solo tuvo valor el bienestar físico sino también el mental. Se habla del bienestar personal y uno de los aspectos a tener en cuenta para poder lograrlo, es la apreciación de las artes, especialmente la música, el teatro, la danza o el cine. Las artes hacen sentir a las personas plenamente humanas, permitiéndoles explorar su mundo interior, desarrollarse y crecer. Es válida la pregunta sobre qué sería la vida de una persona sin la música, sin disfrutar de sus artistas preferidos, series o películas favoritas, especialmente en estos tiempos de rutinas alteradas.
La música tiene múltiples beneficios para el estado emocional, despierta sentimientos, emociones, reduce el estrés, estimula la memoria, imaginación y capacidad creativa, facilita el aprendizaje de ideas.
La danza aporta beneficios físicos (fortalecimiento de huesos y músculos, mejora postura y equilibrio, mejora resistencia, rendimiento y elasticidad, entre otros), mentales (reduce estrés, tensión, ansiedad y depresión, mejora la memoria, eleva el estado de ánimo) y sociales (fortalece las relaciones personales y la autoestima, mejora la confianza). Al contemplar una obra de arte se recibe un mensaje que ayuda a comprender el entorno y a uno mismo en cuanto a los miedos, dudas, anhelos.
En una obra de teatro o en una película, se sigue una trama, atrapan las interpretaciones de los actores que aparecen en la pantalla o sobre un escenario, se sufre con ellos; la imaginación vuela.
La lectura es una de las actividades que más disfrutan las personas. Las regiones cerebrales que se activan al leer una historia son similares a que las que se activan al realizar, observar o imaginar actividades del mundo real. Tendría una influencia positiva en la memoria, la reserva cognitiva, la disminución del estrés y ayuda a conciliar el sueño por las noches. E incluso leer ficción literaria incrementaría la capacidad de detectar y comprender las emociones.
Definitivamente, el arte estimula y amplía la capacidad de decidir en la vida, al contar con mayor cantidad de herramientas para entender la realidad que nos rodea.
¿TENEMOS UN CEREBRO ARTÍSTICO?
“En los cuadros de Van Gogh no hay fantasmas ni alucinaciones ni visiones, sólo la sofocante verdad de un sol de las dos de la tarde” (Van Gogh, el suicidado por la sociedad - Antonin Artaud).
El arte es únicamente humano. Aparece justo antes de la civilización y del lenguaje. Tal vez represente la evolución del cerebro, constituyendo una recompensa natural necesaria para el aprendizaje.
Las Neurociencias ayudan a conocer qué ocurre en el cerebro durante la creación artística cuyas características primordiales son la atención sostenida y la creatividad. Pintores famosos como Kandinsky y Mondrian son una muestra de ello. El primero padecía una condición neurológica llamada sinestesia; mientras escuchaba música de Wagner percibía y podía ver los colores. Mondrian basó su obra en líneas rectas, que años más tarde neurocientíficos descubrieron que eran codificadas en el cerebro por neuronas específicas. Esto ayuda a comprender el funcionamiento del cerebro visual. La visualización es una poderosa herramienta para la memorización.
Las neuroimágenes cerebrales revelan algunos indicios de por qué las actividades artísticas son tan importantes. Así, por ejemplo, se sabe que ciertas estructuras de la corteza auditiva solo responden a tonos musicales, que una parte importante del cerebro y del cerebelo interviene en la coordinación de todo tipo de movimientos, como en el baile, que en las recreaciones teatrales regiones del cerebro especializadas en el lenguaje oral que están conectadas con el sistema límbico nos proporcionan el componente emocional o, referido a las artes visuales, que nuestro sistema de procesamiento visual genera imágenes reales o ficticias con la misma facilidad (Sousa, 2011).
El cerebro necesita el arte. Cada actividad artística activa diferentes regiones cerebrales:
· la música se procesa en la corteza auditiva que está en el lóbulo temporal; estimula el sistema de recompensa cerebral que libera dopamina y eso hace sentirse bien; si bien desde la perspectiva emocional es beneficioso escuchar música, desde la cognitiva es mejor practicarla. Por ejemplo, al tocar un instrumento musical se activan simultáneamente áreas sensoriales y motoras que mejoran las capacidades generales como la memoria de trabajo o la atención (Mora, 2013).
· las artes que conllevan movimiento como el baile o el teatro activan la corteza motora,
· las artes visuales como la pintura se procesan principalmente en los lóbulos occipital y temporal; dibujar, pintar o esculpir estimulan el cerebro favoreciendo un desarrollo sensorial motor, cognitivo, emocional, lo que permitirá aprender a aprender mientras hay diversión, orgullo al mostrar resultados, intentos de mejora, entrenando así el autocontrol.
· mientras que la poesía o la prosa implican a las áreas de Broca y Wernicke relacionadas con el procesamiento lingüístico (Posner et al., 2008).
Desde la neuroeducación, las artes pueden mejorar tres aspectos importantes en el aprendizaje: memoria, emociones y creatividad. Al integrarlas con las prácticas pedagógicas se adquieren competencias socioemocionales y rutinas mentales que permiten aprender cualquier contenido curricular y son útiles en la diversidad áulica. Una obra de arte como una imagen visual tiene el poder de estimular la curiosidad, la observación, la comparación o relación entre ideas. Interpretar con nuevas claves lo desconocido desarrollando el pensamiento crítico.
Algunos ejemplos (más información en Sousa, 2011):
Artes visuales. El profesor de Química pide a sus alumnos que dibujen un organizador gráfico en el que se muestren las fases más importantes de un experimento.
Música. El profesor de Historia pide a sus alumnos que reflejen en la letra de una melodía popular los hechos más significativos de la Revolución Francesa.
Poesía. El profesor de Matemáticas pide a sus alumnos que escriban una estrofa de un poema sobre los pasos que hay que seguir al resolver una ecuación matemática.
Teatro. El profesor de Inglés pide a sus alumnos que escriban un final alternativo de la obra Romeo y Julieta y que hagan una recreación teatral del mismo.
Como dice Jesús C. Guillen
Cualquier manifestación artística lleva asociado un componente emocional que nos motiva y que nos permite contemplar el mundo que nos rodea desde una perspectiva diferente, más estética y profunda.
¡Hasta el próximo artículo!
Patricia E. Aldini y Antonela Milia
Bibliografía
POPULAR OCIO Y CULTURA – Las artes, beneficio para nuestro bienestar emocional
Kaikú, 28.09.21 TENDENCIAS Las 7 bellas artes: ¿cuáles son y cuáles son sus mejores obras?
Cofama, mayo 23, 2022 Descubre la importancia del baile y sus ventajas para tu vida
Asociación Educar, Julio 01, 2016 Los beneficios de la lectura
Guillén, Jesús, enero 31, 2015 ¿Por qué el cerebro humano necesita el arte?
Posner, M. et al. (2008): “How arts training influences cognition”, en Learning, arts and the brain: the Dana Consortium on arts and cognition, Danna Press.
Sousa, David A. (2011). How the brain learns.Corwin.
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